De la piel y otros yuyos

....Entre aquel paladar agourmetado, exquisito de otras lenguas más fértiles, se retorcía con las ganas a flor de piel. Y ya se quedaba sin fuerzas, extenuada de tanta fantasía incomprensible, cuando él arremetió prudente con el temor del que se hizo responsable. Batalla irreconciliable de la semiótica de esos cuerpos, que comparecían como testigos de discursos prehistóricos que los habitaban. Luchaban por un poder tan estúpido como necesario, una contienda circular por la posesión de las armas: un rato cada uno, llegando al límite de los sabores. Iban apasibles desnudándose los tormentos, acompasándose los placeres, trasmutándose los deseos. "Yo quisiera..." dijo, pero de quereres se le habían poblado los ojos. Cuencas secas, regaladas a los antojos de las manos de aquél. Y, sin embargo, era la danza destinada a complacerlos. Un plural tan heterogéneo como unido. En la comunión desigual, igual, simultánea de sus latidos estaba la magia; "llenémoslo todo de silencios parlanchines" le replicó él. Giró y retomó el camino, hacia ese lugar que es principio y final.



......................................Ella floreció adormecida entre los abrazos contenidos, entre los suspiros furtivos, entre los sustantivos perdidos. Él se deshizo entre las mieles de una boca adoctrinada, entre los susurros y adioses repetidos, entre las ganas de sueños cumplidos.

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